Indígena de hierro
Juan Sebastián Páez, indígena arahuaco y miembro de la banda de metal Akowna, es símbolo de unión y transformación de la visión de dos culturas, la de su comunidad y la de la sociedad en general.
Allí, en donde los pájaros entonan notas agudas, los árboles parecen tambores y el aire cantante, nació y creció, en medio de los sonidos de la naturaleza, Juan Sebastián Páez o como lo llama su comunidad Gunkuakun. Un indígena arahuaco que desde sus nueve años conoció el mundo desde dos puntos de vista diferentes, el de su comunidad y el que percibía en la ciudad de Bogotá, la cual pudo conocer gracias a que vino a realizar todos sus estudios académicos a la capital donde se estableció en la casa de su padre que no pertenece a la comunidad. Desde esa edad hasta este momento que tiene 25 años, su vida se convirtió en un ir y venir de la ciudad a la Sierra Nevada de Santa Marta, y es así, como lentamente tuvo que acostumbrarse a que su vida se moviera en otro compás, a otro ritmo, en el que los buses encabezaban los tonos graves y las voces de las personas sonaban como coros, generándole una sensación de angustia y adrenalina; muy diferente a las emociones que le provocan los sonidos de la Sierra.
Su incursión en la música ocurrió cuando se encontraba en bachillerato y sus amigos comenzaron a tocar guitarra y escuchar rock, induciéndole una fascinación por el Metal y la guitarra eléctrica; ya que cuando uno de sus amigos tocó una canción de Metallica quedó tan sorprendido por los rápidos movimientos de sus dedos en la guitarra y los sonidos tan exquisitos que salían de ese instrumento que resultó marcado de por vida por este género que le exigía un nivel técnico muy alto para ser interpretado. Algo que él no conocía ni tenía idea de que existía. Fue tan grande la huella que marcó la música en su vida y más el género del Metal, que se puede decir que gracias a este decidió estudiar Ingeniería de Sonido en la Universidad San Buenaventura de Bogotá.
Su grupo musical “Akowna”
A pesar de que escucha Metal Progresivo, Trash y Death Metal, y sus bandas favoritas son Dream Theater, Megadeth, Simphony X y Testament, Juan Sebastián trata de no quedarse en los esquemas con los que se compone el Metal normalmente a la hora de crear su propia música, sino que integra sonidos y elementos de composición propia de la música colombiana con el fin de promover que las personas conozcan (sobre todo los jóvenes) toda la variedad musical que el país tiene para ofrecerle a las personas, y con ello toda la variedad cultural. Entonces, se puede ver en la música propia de su banda metalera Akowna, canciones que buscan tocar en compases como 6/8 propios de la música pacífica y llanera o 2/4 propia de la cumbia.
“Musicalmente Juan Sebastián tiene mucho que aportar a la banda porque tiene mucho conocimiento musical y con los cambios de métrica busca darle más complejidad e interés a la música”, explica Juan Camilo Nájera, bajista de Akowna.
Akowna significa el final de la vida. Él propuso este nombre para la banda porque considera que la música se comporta como un fin y no como un medio, a la vez que es aquella entrega o amor con que las personas hacen las cosas al final de la vida. “Mi mamá me decía esta palabra cuando quería que la acompañara hacer algo y entonces, me llamaba: acompáñame que puede ser la última vez que estemos”.
Cada uno de los cuatro integrantes de Akowna tienen sus formas de pensar y creencias diferentes, por lo que combinan cada uno de estos a la hora de realizar su música. De esta manera, se puede encontrar dentro de sus canciones, sonidos muy propios de la cultura oriental a la cual es creyente el cantante de Akowna Leonardo Leal y aquellos pertenecientes a la comunidad indígena arahuaca de Juan Sebastián, como “Ejércitos de cascos blancos” que busca concientizar a las personas de la existencia de otras maneras de hacer resistencia al poder y la economía del consumo, como la del pensamiento y la promoción de valores morales en las personas. También usa algunas de las letras de las canciones para contar sucesos que ocurren dentro de su comunidad como la experiencia de la toma del “Yahé”, que se convierte en un homenaje al poeta indígena Hugo Jamioy que trata este mismo tema.
El arte de doble vía
Por lo tanto, es por medio de la música y del Metal que él busca transmitir y mostrar sus creencias indígenas a la sociedad, a la vez que a su comunidad le quiere dar a conocer lo que sucede en la ciudad. “No solo busco fortalecer la tradición, sino también promover la mirada de otros géneros en mi comunidad porque hay muchas formas de expresión en otros lados”.
Sus manos y pies cayados por caminar con los pies descalzos, su cuerpo e incluso su vida misma han dado certeza de las transformaciones que ha tenido su pueblo indígena a través del tiempo. Ahora, con la cercanía a Valledupar y la revolución tecnológica, el vallenato tomó un lugar en su cultura y dio origen a la música Chicote o parrandera que fusiona el instrumento nuevo (acordeón) con la música autóctona. Por lo que esto es lo que busca implementar Juan Páez con el metal: otras formas de expresión y otras narrativas de las que puede hacer uso su cultura.
La música es muy importante para la cultura arahuaca porque permite que exista el equilibrio en la naturaleza y el mundo, ya que si algo funciona mal en esta, como por ejemplo si se extiende el tiempo de sequía, es porque algún animal o la misma naturaleza se encuentran tristes y necesitan de los cantos para alegrarse.
Precisamente por ello, Juan Sebastián busca incorporar o mezclar ritmos colombianos con extranjeros como el metal para generar nuevas formas de expresión y culturizar a las personas, además de promover la utilización de nuevos instrumentos como los que se utiliza en su género favorito: la guitarra eléctrica; en su comunidad, tal como sucedió con el acordeón, sin perder su tradición. Es por todo ello, que Juan Sebastián Páez se convierte en un símbolo de unión de culturas y transformador de visiones de la realidad no solo para su comunidad, sino también para la sociedad en general.
